viernes, 22 de agosto de 2014

DE NOCHE POR EL DESIERTO

Después de la espera para recoger el coche todos tenemos ganas de movernos, Wadi Halfa nos ha acogido bien pero ya es hora de partir, mañana será el último día antes del fin de semana para obtener el visado de etiope en Kharthoum, la capital, así que decidimos conducir toda la noche, vamos tres vehículos en convoy y a pesar de que todas las recomendaciones dicen que es mejor no conducir de noche, cuando el sol se oculta el desierto cambia por completo, donde por el día no se movía ni el viento a la noche son carreras continuas de animales, cientos de coballas blancas con una cola larga parecidas alas de una adilla, otras mas grandes con la cola todavia mas pomposa que van dando saltos sobre sus patas de atras, muy similar a un canguro pequeño, enormes arañas, escorpiones, zorros... en fin una experiencia única y un cielo en el que no entra ni una estrella más.









A la mañana, despues de desayunar, conseguimos los visados para etiopia, un tramite fácil, muy facil, en un par de horas se obtiene, 20 dolares+ una foto+una fotococopia del pasaperte, es suficiente, la embajada de Etiopía funciona como un reloj suizo.
Momento de despedidas a partir de aquí continuaremos sólos.
Ya sin prisas dedicamos los próximos días a viajar por el sureste de Sudán hasta la frontera con Etiopía, el paisaje nos sorprende cambiando de la arena a un verde y húmedo paisaje con temperatura más moderada.
 
 Hacemos acampada libre en medio de ningún lado, para nuestra sorpresa, al despertar nos esperaba un granjero con cuatro barras de pan recien echo, delicioso, insiste en que es para nosotros, no acepta nuestro dinero, ni nuestro no como espuesta, solo quiere darnos la bienvenida y  desearnos un buen viaje. ¿Por qué nadie habla de la hospitalidad susdanesa? Esto no ha sido un echo aislado, la gente aquí se acerca para charlar contigo, ofrecerte ayuda si la necesitas o invitarte a su mesa si tienes hambre.
 



En el último tramo antes de la frontera de repente, oímos un fuerte estruendo, se nos ha abierto la tienda de techo en marcha a 70km/h, paramos a hacer balance de daños, milagrosamente la tienda no tiene ni un rasguño, sólo una de las cerraduras esta rota.



Nos olvidamos de cerrar una de las cerraduras delanteras y la que estaba cerrada ha soportado toda la fuerza del viento hasta que ha cedido, la reparamos in situ y continuamos el viaje.





Llegamos al último pueblo suadanés, Gallabat, un sitio con poco o ningún encanto, lleno de barro y con olor ediondo, los tramites fronterizos son sencillos y menos mal porque preferimos no hacer noche aquí.

1 comentario:

  1. Dale de comer a esa chavalita k esta pegada al hueso un saludo de tu hermano de otros padres

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